sábado, 9 de enero de 2010

Cuando las cosas son de a dos...



Parece mentira, llega un momento que lo único de lo que hablamos las madres son de pañales sucios,tipos de eructos y biberones. Como personas independientes que somos no nos acostumbramos muy rápido a la idea de ir al ritmo del otro. Sobre todo cuando ese "otro" se la pasa llorando cuando nosotras queremos estar dormidas y viceversa. En un primer momento me afectó acoplarme a las necesidades de otra personita antes que las mías, y no es por egoismo, simplemente es la ley natural de cómo son las cosas por aquí. Luego de un tiempo es instantáneo el sentimiento de pensar en el otro antes que en uno mismo y aquí es donde dejo de reconocerme y al verme en el espejo me doy cuenta que paso más de un cuarto del día y no me he cepillado el pelo. Es ese mi momento donde me doy cuenta que uno puede darse al otro, pero el límite debe ser marcado como en cualquier relación. Allí es donde el ceder entra en juego, llego el momento de decir "Alto" es mi momento de ducharme, de hacer algo para mi. En estos momentos pedir ayuda es genial.
Contar con ayuda ya sea de familiares, de amigos, de quien sea suena estupendo. Sostengo que cuando se acuerda la crianza de un niño por parte de ambos mamá y papá el porcentaje debe ser lo más cercano a 50%. Si bien al principio es un poco difícil, debemos ceder lugares para que los papás se hagan cargo también y no caigamos en el papel de super mamás y después terminemos con los pelos parados y dos zapatos distintos saliendo del departamento.
Colaboración... se acepta.

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